jueves, 5 de noviembre de 2020

Emilio Choy Ma (1915-1976)



Emilio Choy Ma nació un 13 de enero de 1915 en el Callao, hijo de inmigrantes chinos, asentados en ese puerto. De formación autodidacta, Choy fue gestor del desarrollo de una corriente de investigación social en el país, como respuesta nacional a la fuerte influencia teórica que los investigadores extranjeros ejercían en el ámbito de las ciencias sociales. Pablo Macera ha señalado la labor de Choy, relacionada con “una historiografía comprometida con el marxismo” (Macera 1974: 20).

Choy escribió sobre diversos temas, de historia, lingüística, sociología, antropología y arqueología; su trabajo ha quedado en numerosos artículos, publicados principalmente en la revista Idea y en la Revista del Museo Nacional.

Como reconociera Luis Lumbreras, Choy inicia en el país una arqueología social (Lumbreras 1974:152), fue pionero al introducir las ideas de Gordon Childe en el estudio del desarrollo andino. Es conocido su modelo evolutivo, en donde destaca a los modos de producción, en el paso de un estadio a otro. La revolución neolítica, término que muchos investigadores tienen miedo de utilizar para el área andina, el surgimiento de sociedades de clases y de un Estado esclavista, son algunos de los temas tratados por él.

"qué hubiera pasado con Emilio Choy, si siguiera entre nosotros. Seguramente, él no hubiera cambiado su modo de pensar y de ver las cosas, él con la paciencia y, a veces, terquedad, que caracterizan al sabio, firme en sus convicciones, hubiera servido de ejemplo y guía"

Al momento de su desaparición se apreció un fuerte desarrollo de las ciencias sociales sobre la base del materialismo histórico, que Choy contribuyó a formar, de modo extracurricular, fuera y dentro de la Universidad.

“Una de sus mayores virtudes fue su entusiasmo por la comunicación permanente sobre la importancia social del quehacer de la investigación sobre las sociedades primitivas y su proceso revolucionario para mejorar las condiciones de vida del hombre, lo cual lo hace vivir inmerso en un proceso creador permanente. Choy era un hombre de poderosa inteligencia y con el don de amistad, generosidad y humildad entre cuantos lo rodearon en los chifas, los conversatorios, los seminarios, conferencias y congresos” (Milla Batres, 1986: 147).

Su inesperada muerte, el 13 de Febrero de 1976, consternó a todo un sector de la intelectualidad. Como un homenaje póstumo, San Marcos inició en 1979 la publicación de sus obras, reunidas en tres volúmenes, titulados “Antropología e Historia”.

Desde entonces, la investigación social en el país ha cambiado de dirección; la globalización y la política económica neoliberal han marcado a una gran mayoría de trabajos, atraída por el nuevo ordenamiento económico mundial. Queda, sin embargo, la linea teórica de Choy, quien no sólo brindó su aporte académico sino, también, aportó dinero para las investigaciones de discípulos y amigos.

Nos preguntamos qué hubiera pasado con Emilio Choy, si siguiera entre nosotros. Seguramente, él no hubiera cambiado su modo de pensar y de ver las cosas, él con la paciencia y, a veces, terquedad, que caracterizan al sabio, firme en sus convicciones, hubiera servido de ejemplo y guía. Muchos en la actualidad anteponen el provecho material individual, al desarrollo de un país mejor, más justo y con una conciencia de continuidad del pasado, presente y futuro.

[AChB. “Emilio Choy Ma. Balance de un Legado Olvidado”, en Boletín del Museo de Arqueología y Antropología (Lima), Año I, nº 2, 1998, p. 2]

Fuente: https://introduccionalahistoriajvg.wordpress.com/2013/11/08/%E2%9E%BB-emilio-choy-ma-1915-1976/

➻ Luis Lumbreras [1936]

por Teoría de la historia

38691Nacido en Ayacucho en 1936, Luis Lumbreras obtuvo su Doctorado en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. En 1963 retornó a su tierra natal como catedrático de la Universidad San Cristóbal de Huamanga donde fundó la primera Facultad de Ciencias Sociales en el país. Luis Guillermo Lumbreras es reconocido como uno de los arqueólogos más brillantes de América latina porque impregnó una nueva perspectiva a la arqueología con valiosos aportes, no sólo en el aspecto descriptivo y analítico sino también en el plano teórico de la definición de la arqueología peruana. Lumbreras es el impulsor de una arqueología social con proyección hacia el futuro, donde ésta participa del desarrollo y la integración de la sociedad. “Es un tipo de arqueología que se preocupa por el desarrollo y contribuye a las propuestas de cambio de los países del tercer mundo. Es más participativa, no es sólo la recopilación de datos del pasado”, explicó. Lumbreras señala que la Arqueología Social ha sido reconocida a nivel internacional. “Incluso los europeos y norteamericanos la llaman arqueología social latinoamericana”, aseguró. Lumbreras Salcedo considera que la arqueología, desde sus orígenes en el siglo pasado, se fue organizando como una disciplina científica. También reconoce que en su profesión existen dos tendencias: social y culturalista. “Ambas formas de hacer arqueología pueden coincidir en la excavación, la prospección y aun en la clasificación de los restos recuperados, pero la manera como se procede a la interpretación de los restos, la forma de explicar sobre la historia es muy diferente, tan distinta como es la filosofía positivista de la materialista dialéctica”, explicó Lumbreras. En la Universidad de San Marcos, con la colaboración de Pablo Macera y Aníbal Quijano, impulsó la creación de la Facultad de Ciencias Sociales. “Propusimos reunir los institutos de Historia y de Sociología, que pertenecían a la Facultad de Letras y Humanidades, para convertirla en la de Ciencias Sociales”, detalló Lumbreras. Estuvo ligado a San Marcos hasta 1988, año en que dejó la docencia para dedicarle más tiempo a los trabajos de campo. En reconocimiento a su importante labor como investigador y docente, en 1986 San Marcos le otorgó el título de Profesor Emérito. Con este título en brazos se ausenta del Perú los 10 últimos años, permaneciendo entre España, Alemania y Brasil, en este último país participó en un proyecto de creación de una universidad en Río de Janeiro. Recientemente regresó a su patria con el objetivo de retomar sus proyectos de investigación en el valle de Chincha y principalmente retornar a San Marcos para dictar cátedra en la Unidad de Postgrado de la Facultad de Ciencias Sociales. “Una de las razones por las que he vuelto al país es por San Marcos; creo que es una obligación de los profesores eméritos mantenerse ligados a su universidad”, aseguró Lumbreras con la certeza de que todavía tiene mucho que aportar a su alma mater. Lumbreras ha asumido diversos cargos, entre ellos la dirección del Museo Nacional de Arqueología y Antropología en 1973, la presidencia del Museo de Lima (1986). Más adelante fue nombrado consultor de arqueología en la UNESCO para diversos proyectos, en 1994 fue asignado como consultor del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Ha sido Profesor Visitante en la Universidad de Bonn, en Alemania, y en la Universidad Superior Politécnica de Guayaquil, en Ecuador. Este arqueólogo, que supo otorgarle el sitial que se merecen el Perú y San Marcos, ha recibido muchos premios, entre ellos el Premio Nacional de Cultura (1970) y el Premio Humboldt de Investigación Científica del mismo año. La experiencia profesional de Guillermo Lumbreras no solamente se limita a la cátedra universitaria, pues también ha trabajado en diferentes zonas del Perú realizando importantes investigaciones principalmente en el área de Chavín, Huari y en el altiplano peruano-boliviano. Actualmente investiga sobre la revolución urbana y la revolución agrícola, y el papel de la ecología en el desarrollo andino, tan de moda en los últimos años. Su obra De los pueblos, culturas y artes del antiguo Perú es un verdadero clásico sobre la arqueología peruana. Otro texto importante de este arqueólogo sanmarquino es Arqueología de la América Andina, escrito en 1981, el cual es una aproximación a una síntesis del desarrollo cultural prehispánico en Latinoamérica.

“Nos faltó comprender que no teníamos que hacer el mismo recorrido que los europeos para llegar a ser como ellos”, afirma Luis Guillermo Lumbreras, uno de los antropólogos y arqueólogos más destacados de América latina. El investigador peruano obtuvo su doctorado en la limeña Universidad de San Marcos , la más antigua de América, en 1960. Autor de libros ya clásicos en la especialidad, como Arqueología peruana, arqueología de la América andina y Origen de las civilizaciones del Perú, Lumbreras reconoce que su vocación por andar desenterrando huesos, tiestos y cacharros de la etapa prehispánica nació en buena medida de la necesidad de entender por qué si el Perú, cuando llegaron los españoles, era un país floreciente, cinco siglos después es uno de los países más atrasados de América latina. No sin desconcierto, se pregunta también por qué, si en la actualidad se dispone de más tecnología y el mundo ha avanzado en el manejo de las condiciones materiales que hacen a la calidad de vida de las personas, nuestros pueblos más bien siempre parecen declinar. “Somos el continente de la pobreza, de la postergación, y todo ésto se fue forjando en quinientos años, que fueron también el marco temporal en el que se fraguó el mundo capitalista. América latina nació cuando nacían los tiempos modernos y creció mientras en Europa y los Estados Unidos crecía y se desarrollaba la revolu­ción industrial. Sin embargo, los resultados fueron muy dispares”, dice. Lumbreras ha sido director del Museo Nacional de Arqueología y Antropología del Perú , representante de Perú en el Comité del Patrimonio Mundial para América Latina y el Caribe y, más recientemente, director del Instituto Nacional de la Cultura, durante la presidencia de Alejandro Toledo. De paso por Buenos Aires para dictar una clase en un seminario internacional de la Cátedra Unesco de Turismo Cultural –que llevan adelante la Universidad Nacional de Tres de Febrero y la Asociación Amigos del Museo Nacional de Bellas Artes–, Lumbreras destacó la buena predisposición argentina para restituir al Perú cerca de veinte mil piezas incautadas en un operativo de la Policía Aeronáutica Nacional (PAN), que actualmente están bajo proceso judicial. “Tristemente, al haberlas extraído de sus contextos originales, estas piezas perdieron todo valor documental”, se lamenta.

–¿Qué opina de las colecciones de objetos arqueológicos en manos privadas?

–Que deben quedar donde están. La ley peruana, que es de 2004, apunta a frenar la destrucción de nuevos sitios, a evitar que se siga saqueando. Pero lo que ya se destruyó no tiene regreso. Los objetos arqueológicos que estén en manos privadas o del Estado y que no tengan certificada una procedencia adecuada los podemos registrar, pero no estamos exigiendo una devolución. Incluso, registrado el objeto por el coleccionista, puede venderlo dentro del país. Estamos tratando de trabajar con ellos para que tomen conciencia de que lo que deben hacer es apoyar este criterio de frenar nuevos saqueos. Si tienen colecciones con objetos bien registrados, que los guarden, pero que nos ayuden a impedir nuevos vaciamientos. Lo ilegal debe ser efectivamente ilegal y no una ficción donde se supone que algo es ilegal, pero todos lo hacen. El objeto es válido en tanto nos habla de una época, de una manera de pensar, de ser, y todo esto se pierde con las colecciones no controladas. Hay mucha gente que está dispuesta a intervenir desde la actividad privada poniendo su colección a disposición del público, de la educación. Nosotros creemos que ésa es la función.

–¿Cómo romper el círculo vicioso de pobreza y destrucción del patrimonio arqueológico en América latina?

–Es un tema preocupante en nuestra región andina, porque el arte, especialmente el prehispánico, pero también el colonial, es cada vez más requerido en el mercado internacional de antigüedades y objetos exóticos. Hay una revalorización a raíz del nacimiento del arte abstracto, y luego del arte simbólico, que está empezando a tener una fuerte presencia en los sectores cultos europeos y norteamericanos. El crecimiento del mercado con relación a la Argentina es espectacular. Objetos de Patagonia y del NOA, particularmente de la cultura de la Aguada, hoy se ven en casi todos los museos norteamericanos, algo impensable hace apenas veinte años. Han descubierto un filón en el que antes nadie estaba muy interesado. Lo que no saben es que hay muchísima gente falsificando piezas exactamente iguales.

–Cómo especialista en el tema, ¿qué opina de la presión turística sobre sitios que son patrimonio de la humanidad, como Machu Picchu, donde hay un alerta acerca de su fragilidad?

–El turismo existe y está un poco al margen de nuestras posibilidades detenerlo. Tampoco creo que sea justo frenarlo, porque la gente quiere conocer. Entonces, el problema es cómo regular el manejo y uso de estos bienes patrimoniales para que no se destruyan y preservarlos para las futuras generaciones. En el caso de Machu Picchu, un flujo de cinco mil personas por día es un número bastante ponderado y en este momento estamos alrededor de esa cifra. El problema es que todavía nos falta regular en qué condiciones se va a acceder al lugar. Se está trabajando en esa regulación para compaginar intereses, porque para los peruanos el turismo es un elemento económicamente importante.

–Generalmente se cree que los malos de la película son los operadores, pero a veces son las mismas comunidades locales las que permiten cualquier cosa con tal de no perder ingresos…

–Mi experiencia es que, en el Perú, todos quieren tener su Machu Picchu. El turista es un cliente a conquistar, pero sin olvidar que trabajamos sobre zonas frágiles, que deben ser protegidas.

–¿Dónde está el germen del atraso y la postergación de nuestros países, cinco siglos después de la colonización española?

–Yo entiendo que fue la condición colonial la que impidió que avanzáramos con un proyec­to propio. Y no porque los europeos fueran buenos o malos, de espíritu colonizador o conquistadores fabulantes, sino porque el proyecto ecuménico de Occidente fracasó en todas aquellas partes del mundo en donde las condiciones materia­les de existencia no se correspondían con las que fueron abordadas por la exitosa historia de Europa. Nos faltó comprender que no teníamos que hacer su mismo recorrido para llegar a ser algún día como ellos.

–¿Por qué la revolución industrial no nos afectó de la misma manera a los latinoamericanos y a los norteamericanos, que han logrado una inserción plena y un liderazgo en la historia de Occidente, mientras que nosotros nos seguimos debatiendo en la marginalidad del llamado subdesarrollo?

–Las explicaciones suelen ser justificativas y se conforman con encontrar presuntos culpables: los españoles flojos, comodones y matachines o los indígenas atrasados. Ante los ojos de los europeos, este era un mundo primiti­vo, relegado en sus costumbres e insatisfactorio en sus nece­sidades; un mundo que requería modernización para ser habi­table por ellos. Su tarea consistió, desde el principio, en adecuarlo a las demandas de sus hábitos construyendo ciuda­des, organizando la población y la producción de acuerdo con sus modelos y costumbres.

–¿No fuimos creativos para encontrar nuestras propias soluciones?

–Tanto no lo fuimos que nuestros campos se llenaron de nuevas plantas y animales. Se fundaron ciudades y se montó una infraestructura productiva destinada a lograr una fiel copia de los países modelo de Occi­dente; la misma alimentación, los mismos vestidos, los mis­mos sistemas. Nuestro éxito y desarrollo potencial se comenzó a medir según un índice de modernidad que no es otra cosa que la proximidad relativa a las formas de producción y de vida del mundo occidental. Eso derivó muy pronto en segregación y marginalidad de costumbres y gentes aboríge­nes, convirtiendo en estigma la conducta indígena. Todo esto tuvo siempre un costo muy alto para nosotros, porque nuestras tierras tropicales y cordilleranas no eran necesariamente aptas para los productos y los procedimientos propios de las praderas y los bosques fríos. Desde muy tem­prano fue menester acudir a la importación de bienes de capi­tal y de consumo para satisfacer el paradigma colonial. La in­dustria de punta llega a nuestras tierras mientras tenga­mos con qué pagar. Después nos convertimos en deudores moro­sos y la tecnología se va haciendo cada vez más lejana y cos­tosa. Nuestra condición de occidentales pobres va empeo­rando, alejándonos más y más de los países modelo. Por supuesto que creo que no tiene sentido pensar en volver a un nuevo imperio incaico. No se trata de volver al pasado, sino de construir el futuro, pero a partir de un punto de partida sólido de relación entre nosotros y nuestras condiciones materiales concretas.

[Carmen María RAMOS. ” ‘Copiar a los europeos nos condenó al subdesarrollo’ “, in La Nación (Buenos Aires), 4 de septiembre de 2007]

jueves, 21 de mayo de 2020

EL ONCENIO DE LEGUÍA


(La Patria Nueva)

 

Introducción

El Oncenio de Leguía. fue un gobierno que dejó profunda huella en nuestra historia del siglo XX. Este gobierno se resume en entreguismo total al capital extranjero y con los países vecinos, corrupción a niveles extremos, atropello de las instituciones del Estado y autoritarismo.

Con este gobierno el Perú se convirtió en satélite del capitalismo de EE.UU. ante la crisis del capitalismo inglés después de la Primera Guerra Mundial. Esta condición de dependencia de EE.UU. que se mantiene hasta este siglo XXI.

El gobierno de Augusto B. Leguía simboliza las actitudes más deplorables de los gobernantes de América Latina, en el autoritarismo y permanencia en el poder: en la anulación de propuestas y organizaciones no acólitas a su persona y gobierno; el hacer obras sin Importar los medios ni los costos. sólo el quedar bien. Al final Leguía cayó por su torpe política económica basado en la adicción a los préstamos usureros de la banca de EE.UU. que hizo del Perú un país débil ante las fluctuaciones del capitalismo mundial.

 

CONCEPTO

Etapa de nuestra historia donde se estableció una dictadura cívica dirigida por Augusto B. Leguía, cuyo gobierno favoreció la penetración de capitales de EE.UU. en nuestro país haciéndolo dependiente de la banca de EE.UU. Los civilistas fueron desplazados del poder político.

 

ECONOMÍA 

Los rasgos económicos más importantes del Oncenio de Leguía fueron:

·         El gradual, pero contundente desplazamiento del capital ingles por el norteamericano, que, si bien se inició con la fuerte inversión de la Cerro de Pasco Minning Company durante el gobierno de López de Romaña, alcanzó su apogeo con el Oncenio de Leguía.

·         La consolidación de los enclaves o concesiones de nuestro territorio y soberanía a empresas extranjeras para que exploten nuestros recursos naturales.

·         El laudo de París del 24 de abril de 1922; resultado de la transacción Salomón-Duff para liberar el canon (derecho de explotación) del petróleo de La Brea y Pariñas en un área ("pertenencias") mayor a la de los ingleses que en 1924 transfirieron esta propiedad sobre La Brea y Pariñas a la IPC, subsidiaria de Stanford Oil de EE.UU. Tampoco se le cobraría ningún alza de impuestos según Ley de octubre de 1923.

·         La entrega a perpetuidad de los ferrocarriles según la Ley 6281 de noviembre de 1928. La dictadura descartó el acuerdo de concesión por 66 años de nuestros ferrocarriles a la Peruvian Corporation y le concedió para siempre la administración del sistema con derecho a recargar las tarifas según sus reajustes.

·         El abuso del endeudamiento externo promocionado por EE.UU. que necesitaba expandir sus áreas de inversión, incluso indirecta (empréstitos a gobierno) sin preocuparse de la productividad de los proyectos financiados por el gobierno sino de la colocación -interés y garantías, por ejemplo, el gran empréstito nacional de $ 100 millones

·         La injerencia creciente del gobierno norteamericano y sus técnicos en diferentes aspectos de la vida nacional durante el Oncenio de Leguía. Por ejemplo, la administración de nuestras aduanas fue conferida por Leguía a la misión norteamericana presidida por Williarn Wilson Cumberland posteriormente por Byme y O'Higgins.

·         Presiones de la banca privada principalmente extranjera prevalecieron para la creación del Banco de Reserva del Perú el 9 de marzo de 1922 sobre el molde del Federal Reserve Bank de EE.UU. En el directorio del Banco de Reserva se acreditaron 10 directores: 7 de la banca privada en especial extranjera y 3 del Estado. Fue su primer presidente Eulogio Romero; puede notarse que la voluntad de los bancos privados extranjeros era predominante en el aspecto de emisión de billetes y tipo de cambio; disponer de las reservas peruanas e incluso realizar operaciones comerciales como descuento de letras y compras, aceptar depósitos del público sin intereses, etc. Después de la crisis de 1929 la misión norteamericana Kemmerer reestructuró completamente al Banco de Reserva (1932). Leguía había cedido demasiado poder a los banqueros.

·         No se resolvió el problema de la tierra. El Oncenio dejó intactas, bajo su protección, a las grandes haciendas a pesar del enfrentamiento político con el Partido Civil que representaba a la oligarquía terrateniente. -Se conservó el latifundismo y la servidumbre o yanaconazgo en la sierra y en la costa. En todo caso prevalecía el sistema de arriendos rentistas y el enganche que buscaba asegurar la mano de obra mediante adelantos en moneda o mercaderías.

POLÍTICA

Como recordamos Leguía ocupó la presidencia durante la República Aristocrática (1908-12) con el apoyo civilista de José Pardo, de quién fue ministro de Hacienda. En 1919 Leguía canceló la República Aristocrática, derrocando al mismo José Pardo. La crisis de la República Aristocrática era insalvable, no sólo por las consecuencias de la Primera Guerra Mundial cuya marejada produjo una gran inflación y la protesta del Movimiento Obrero que arrancó de José Pardo las célebres leyes obreras. Los obreros, los empleados, los militares de mediana o baja graduación, artesanos, comerciantes y empleados públicos descontentos encontraron su esperanza en la candidatura de Leguía para las elecciones de 1919.

EI 18 de enero de 1920 Augusto B. Leguía promulgó la Constitución de 1920 para darle el marco jurídico a su gobierno que luego ha de llamar la Patria Nueva.

El Congreso promulgó el 18 de setiembre de 1923 la enmienda de la Constitución para permitir la reelección de Augusto B. Leguía para 1924 como su segundo mandato consecutivo, también tenía mayoría, para promulgar la ley 5857, que modificó la Constitución de nuevo permitiendo una reelección indefinida. Según los leguiístas, era preciso un hombre extraordinario; los gobernantes mediocres no permanecen en el poder.

Leguía se hizo reelegir en agosto de 1929 como presidente para un tercer periodo presidencial hasta 1934, pero fue derrocado mediante el golpe de estado de Sánchez Cerro promovido por la oligarquía que buscaba el orden a través de los militares.

 

¿CÓMO SE DESARROLLÓ LA POLÉMICA HAYA -MARIÁTEGUI?

Los últimos años 20 estuvieron marcados por intensos debates políticos, en especial los realizados entre Haya de la Torre y Mariátegui. Haya por medio de la Federación de Estudiantes (F.E.R) y las Universidades Populares había logrado cierta notoriedad entre obreros y estudiantes. Utilizó este prestigio para fundar el APRA en 1924 como frente único antiimperialista. Haya y Mariátegui se relacionaron por su posición antileguiísta pero con distintas tendencias. Mientras Mariátegui priorizaba la construcción de un proyecto popular, Haya enfatizaba la lucha a nivel político con miras al poder.

La tensión se hizo más aguda cuando el grupo de exiliados en México impulsó la formación de un Partido Nacional Libertador que lanzó la candidatura de Haya de la Torre.

Mariátegui criticó la conversión del APRA en Partido. Señalaba que el Partido Nacional retornaba el estilo del viejo régimen que apostaba todo a la figura de un caudillo, que éste no respondía a un trabajo con las masas, sino a la obra de un grupo de conspiradores y que no estaba dispuesto a que la causa de la transformación de la sociedad peruana aborte en una agitación electoral.

Tras la ruptura política estaban planteándose dos posiciones ideológicas sobre lo que debía hacerse. Para Haya de la Torre el Perú es un país feudal que debía pasar por una etapa capitalista antes de plantearse objetivos socialistas. Esta etapa debía ser dirigida por un Estado fuerte de contenido antiimperialista que logre negociar con el capital extranjero, que es bueno en cuanto trae progreso y tecnología. Haya consideraba que la lucha antiimperialista debe estar dirigida por la clase media por ser la más culta y la más explotada. Ellos eran los intelectuales desplazados por el imperialismo.

Según Haya los obreros no pueden dirigir esta lucha porque es una clase joven y débil, ni los campesinos por ser muy primitivos.

En cambio, Mariátegui, fundador del Partido Socialista, plantea la necesidad de una revolución antifeudal y antiimperialista que avance por el camino socialista con los siguientes objetivos:

·         Resolver el problema indígena, que es lo fundamental, resolver el problema de la tierra, tomando como base las comunidades campesinas y anular todas formas de explotación como la servidumbre y la Conscripción Vial.

·         Luchar contra el capitalismo extranjero y las clases que lo sostienen en el país.

·         Con respecto a la clase media (pequeña burguesía) su actitud es vacilante y por lo tanto no es consecuentemente revolucionaria, porque su lucha es solamente por mejorar su condición social.

·         El campesino y el proletariado son las clases que pueden y necesitan transformar la sociedad.

·         El proletario obrero debe dirigir el proceso revolucionario con el apoyo fundamental de los campesinos.

Mariátegui expone estos conceptos en sus 7 ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana.

 

FIN DEL ONCENIO DE A. B. LEGUÍA

Pero la caída del Oncenio se produjo rápidamente como consecuencia de la crisis mundial del capitalismo, especialmente el norteamericano que se evidenció con la quiebra (Crack) de la Bolsa de Valores de Nueva York (24 de octubre de 1929) en el jueves negro. La caída de las acciones y la liquidación de importantes transnacionales arrastró a sus sucursales en Latinoamérica. No se vendían más nuestras materias primas o los precios cayeron estrepitosamente. Se paralizaron las obras públicas y las actividades en los enclaves de provincias, generándose un desempleo inmenso: miseria, migraciones a Lima, protestas, actividades subversivas, etc.

Las dictaduras pro-EE.UU. en Latinoamérica cayeron en serie: Hernando Siles en Bolivia; Carlos Ibañez en Chile; Washington Luis en Brasil; Hipólito lrigoyen en Argentina; etc. y en el Perú, Leguía.

El 22 de agosto de 1930 se sublevó el comandante Luis Miguel Sánchez Cerro, antiguo defensor del civilismo, en Arequipa.

Leguía fue apresado y conducido a la prisión de San Lorenzo y luego a la clínica Naval de Bellavista, donde escribió sus memorias Yo Tirano, Yo ladrón y murió el 6 de febrero de 1932. Tenía 69 años, de los cuales 15 ocupó la presidencia.

 

Fuente: ICH

 


viernes, 16 de febrero de 2018

[Entrevista] María Rostworowski: “Somos un país acomplejado”

[Entrevista] María Rostworowski: “Somos un país acomplejado”


Por Jorge Parodi / Revista El Zorro de Abajo* 

Los peruanos reconocemos en lo andino –no en lo español– nuestro pasado ancestral. Este tipo de identidad histórica no es común a todos los países con historia colonial. Los peruanos además de reconocer nuestro origen andino, ensalzamos al incaico por la grandiosidad de su poderío y la inteligencia de su cultura. Sin embargo es una admiración falsa porque convive con nuestra terca ignorancia acerca de qué hizo, qué sintió, qué pensó y cómo vivió su pueblo.
Al mismo tiempo la herencia viviente del incario ha sobrevivido de la conquista hasta nuestros días con la manera del desprecio. Indio, serrano, cholo: la palabra del desprecio nos divide entre quienes nos pensamos con derecho a proferirla y quienes debemos cargar con el estigma y la vergüenza. Pero la actuación del insulto por algunos y la carga de culpa por otros encierran también falsedad: son una coartada para intentar convertir en una pura realidad extrema (personificada en agentes concretos) lo que es un conflicto personal de todos los peruanos. Como dijo María Rostworowski, nuestra identidad colectiva está fracturada por dos falsedades que se hostilizan: un pasado idealizado convertido en su herencia avergonzada.
Es quizás esta tragedia que sin excepción compartimos y que a todos nos reúne, lo más profundamente nuestro: nuestra tragedia, que nos hace igualmente peruanos. Acaso hablar de ella nos permita encontrar otras ocasiones para decir nosotros.

Usted ha afirmado que los peruanos tenemos un complejo de inferioridad basado en una cierta versión de la historia del Perú…

Claro, porque es acomplejante para una nación saber que un puñado de españoles (porque fue un puñado) vinieron y conquistaron todo un Estado. Es acomplejante y por eso los criollos y mestizos (porque ahora todos somos criollos y mestizos) tienen un resentimiento por el indígena que se dejó vencer tan fácilmente, sin comprender todo el trasfondo de la conquista, el porqué de lo ocurrido.

Se diría que despreciamos al indígena porque lo culpamos de habernos legado una nación derrotada…

Se lo ve como responsable de una tremenda derrota, porque no es una derrota cualquiera, es una “debacle” como dicen en francés, es un desastre. Y entonces se le culpa porque no supo resistir, porque no le hizo frente al español. Pero si se analiza la historia indígena uno se da cuenta qué pasó. Esto yo lo divido en dos partes: Uno, por lo motivos visibles, digamos, son la guerra de Huáscar y Atahualpa; y la superioridad técnica de las armas de fuego: falconetes, arcabuces, de las armas en general, las espadas, los caballos. Esas con las causas que siempre se mencionan, pero por debajo de eso hay las causas profundas y eso es lo que he tratado de buscar. Porque nada sucede porque sí, todo tiene un motivo…
Entonces yo encontré que dentro del mundo andino había un profundo descontento en la clase alta, entre los “curacas provincianos”, los hatun curacas, los jefes de las macroetnias. Había un descontento con los incas y un descontento diferente también dentro del pueblo de las macroetnias, de modo que cuando vinieron los españoles, los hatun curacas inmediatamente se plegaron a ellos. Los españoles no estuvieron solos en la conquista, estuvieron ayudados por una gruesa parte de los ejércitos indígenas y de los señores indígenas, que encontraron la manera de sacudirse del incario. Es solo después de mucho tiempo, de mucha miseria, de todos los desastres que sufrieron los naturales con la conquista, que empiezan a olvidarse estos rencores profundos y principia la añoranza del inca y la época incaica.

Pero estas razones no explican la facilidad con que Atahualpa fue capturado en Cajamarca. 

Yo creo que hubo una curiosidad por parte de Atahualpa por conocer a los españoles. Cuando él era más joven, cuando vivía Huayna Cápac, Pizarro había llegado en su segundo viaje. Entonces llegaron noticias, pero de buenas a primeras los españoles desaparecieron para no volver. Él nunca los vio. Entonces cómo podía saber que no iba a suceder lo mismo; que iban a venir y luego desaparecer para siempre. No tenía idea del peligro que ellos significaban, porque no comprendía la tecnología europea, no se dio cuenta del peligro de dejarlos entrar. Al contrario, si usted ve todas las relaciones, crónicas y documentos, se ve que Atahualpa los dejó subir a pesar de que mucha gente le aconsejó “echémosles galgas en los desfiladeros” (que era una manera indígena de liquidar a la gente en los valles muy angostos). “Echémosles galgas para que no suban”. Pero Atahualpa quiso verlos y ensimismado en su poderío creyó que iba a ser fácil para él con todo su ejército derrotar a los españoles cuando él quisiese. Él estaba curioso de conocerlos y lo que hizo Pizarro fue una emboscada, no hubo guerra. Fue una emboscada porque le mintieron, le dijeron al inca que fuera sin armas porque ellos también iban a estar sin armas. Y no fue así, fue una mentira, la conquista está basada en una emboscada, en una mentira. No hubo enfrentamiento directo, al inca no se lo podía liquidar fácilmente.

Usted hace aquí énfasis en la importancia de la tecnología militar.

Claro, es muy importante: los sables, los cañones que iniciaron el ataque, también los arcabuces, claro. Pero esas son las causas visibles. Yo creo que más importante es ver las causas profundas del porqué del descontento con el inca y para esto hay que remontarse a los inicios de la expansión inca.
Cuando un inca conquistaba una región por primera vez, lo hacía generalmente por reciprocidad, porque los curacas tenían miedo de ir a la guerra. La guerra significaba casi siempre la muerte del curaca o su captura, lo ejecutaban y ponían a otra persona en su lugar. Esto creaba cierta intimidación. Existía la reciprocidad que consistía en que el curaca recibía regalos y a cambio de estos dones tenía una obligación con el gran señor que se los había hecho. Recibía honores, ropa suntuosa, mujeres, joyas, productos alimenticios. Cuando más grande un regalo, más grande un señor.
Ese fue el modo de la expansión inca, que fue muy rápida. Y tuvo que haber sido así porque si hubieran tenido que luchar palmo a palmo hubieran demorado mucho y en cambio sabemos por la arqueología que fue rápida. Fue larga en los dos extremos, en Chile y en Quito, porque no conocían la reciprocidad, eran más “salvajes”, no conocían el modelo andino de conquista. Entonces, ahí el patrón cambia un poco, y ahí sí Huayna Cápac tuvo que lucharla palmo a palmo, lo mismo que Túpac en Chile.
Pero ¿qué sucedía cuando había una conquista? Lo primero era que el curaca tenía que darle sus mejores tierras al inca , porque si no había dinero ¿qué reemplazaba al dinero?, pues tener un acopio de depósitos llenos de alimentos y objetos de lujo. Estos eran la riqueza para poder iniciar la reciprocidad con otros. Los curacas también daban gente, fuerza de trabajo. Es decir, era mucho más lo que ellos devolvían en la reciprocidad. Hay crónicas que dicen que Túpac Yupanqui aumentó las tierras pertenecientes al inca y también exigió mayor fuerza de trabajo. Además, antes con Pachacútec, las guerras se hacían no muy lejos del Cusco y en una determinada época del año, cuando no se necesitaban a los hombres para las faenas del campo. Pero cuando se formó el gran Estado tenía que haber una mita guerrera estable, tenía que haber gente que fuera por cuatro, cinco años al ejército, el curaca ya no tenía esa gente con quien contaba para el trabajo. Todo significaba para el curaca una pérdida, porque había dado sus mejores tierras, sus mejores pastos; y sus hombres más fuertes, más aguerridos, los tenía que mandar a la guerra y eso recaía sobre los otros que quedaban. Eso molestaba al hatun runa, al hombre común. Entonces cada uno por su lado tenía un descontento que iba creciendo porque Huayna Cápac aumentó la contribución y aumentó todas las guerras, las mitas para el trabajo, el dar las muchachas a los Acllahuasi, a las Mamacuna. Todo eso era una presión sobre la población y creó un gran sentido de frustración entre los curacas y unas ganas de sacudirse del inca.

¿Esta frustración explica por qué algunos curacazgos apoyaron a los españoles?

Todo el tiempo uno ve que hay división entre los indígenas; unos que quieren apoyar a los españoles (la mayor parte quiere apoyar a los españoles) y otros que quieren apoyar a los incas en su revuelta. En Lima, sin ir muy lejos… En el sitio de Lima por Manco II en 1536 no se entiende por qué en un momento dado, cuando ya estaban los indígenas prácticamente en las calles de Lima y los españoles estaban casi perdidos, de buenas a primeras desaparecen cuando ya casi habían logrado vencer. ¿Qué pasó? Que la curaca de Huaylas, que era una mujer secundaria de Huayna Cápac y cuya hija era la compañera de Pizarro, mandó 4 mil hombres a la defensa de Lima. Es decir, los mismos indígenas defendían a Lima y eso se da a cada paso en los primeros años, en las primeras décadas de la conquista. Los indígenas se plegaron a los españoles y en cada documento de esa época se pueden encontrar testimonios. Esto no lo dice suficientemente la historia.

Esta explicación nos habla de una debilidad muy grande del Estado inca…

Los incas no llegaron a ser una nación, los hatun curacas nunca estuvieron integrados al inca. El inca quería que le dieran tierras y gente, y lo demás lo dejaban a los curacas. Lo único que impuso el inca como una idea unificadora fue el habla general. Unos dicen que la lengua del Cusco, otros que era el quechua de la costa porque había más gente que lo hablaba, el hecho es que impuso un habla general. Es lo único, por lo demás cada curacazgo tenía sus propias huacas, sus propios curacas y la gente se identificaba con su curacazgo pequeño, local y no con el incario. Entonces hubo falta de integración y de identidad nacional. No existió un sentido nacional, no podía haberlo tampoco.

Entonces era un Estado que era un agregado de curacazgos…

De curacazgos grandes, cada uno comprendía una infinidad de pequeñitos. Ellos se unieron en torno al inca en base al juego de reciprocidad. Eso es lo que explica la rápida expansión, pero también es la fuente de la debilidad que propició su caída.

¿Qué efecto espera usted que esta explicación tenga en el presente?

El peruano es un hombre acomplejado porque un puñado de hombres lo conquistó; luego porque tuvieron que venir de fuera para librarnos de España, y por último porque perdimos la guerra con Chile; todos son fracasos. Mientras no aceptemos nuestra realidad indígena, que nosotros somos un pueblo andino, serrano, mientras no comprendamos eso vamos a seguir siendo un país acomplejado; tenemos que aceptar lo andino. El peruano quiere ser europeo, quiere ser yanqui, quiere ser cualquier cosa; no quiere ser peruano, no tiene orgullo de ser peruano. Hay que aceptar la derrota, hay que comprender por qué existió y que esa derrota fue también apoyada por los mismos indígenas, que ellos no tenían por qué imaginar lo que iba a pasar.
Yo creo que tenemos que integrarnos a lo indígena. Son 400 años de miseria, de abandono, de desprecio. ¡En los documentos se ve que tenían que decir “yo miserable indio”! Entonces es frustración tras frustración, tras injuria. Los llamados blancos (porque todos tenemos de todo) sienten que por culpa de los andinos andamos atrasados, y es que nadie se ha ocupado del mundo andino, nadie ha tratado de sacarlos de su miseria, de darles instrucción. Entonces qué queremos si son gente relegada, abandonada. Es un mea culpa general que hay que hacer. 
Yo me acuerdo cuando principié una investigación, me dijeron: tú estudias indios. Te lo decían con un desprecio… Yo decía por qué si es lo más interesante y yo creo que no tengo ese complejo porque no me he educado acá no he seguido los malos textos sobre historia indígena y sobre historia del Perú. No he tenido ese complejo y he venido al Perú con un sentido de admiración por lo que había logrado el pueblo andino a pesar de su aislamiento, a pesar de la falta de difusión de otras culturas. Porque si usted ve, Europa no inventó casi nada, Europa ha aprovechado del logro de otros pueblos. No es el mérito propio, sino que es una difusión, un constante cambio lo que ha facilitado el progreso. Pero aquí estaban totalmente aislados, dejados solos a resolver sus problemas, que eran terribles porque este no es el suelo fácil de Francia, es un suelo difícil, tiene usted desiertos, quebradas, punas, selvas. Entonces usted se da cuenta qué difícil es alimentar gente con esa situación. Sin embargo, cuando vinieron los españoles todos estaban de acuerdo en que la gente andaba bien comida, bien vestida. Es decir que el pueblo andino logró una utopía humana de dar de comer a toda una nación.

¿No exagera usted?

No, bueno, había ricos y pobres, eso siempre hay. Eso no se ha borrado ni se borrará nunca, porque siempre habrá unos que logren más que otros, pero usted ve lo que lograron con su tecnología. ¿Y ahora qué están tratando de hacer? Pues revivir tecnología andina para poder aplicarla. Mire una zona paupérrima como es ahora Puno, era una de las zonas más ricas de todo el Tahuantinsuyo: por la enorme cantidad de ganadería y además porque llegaban a cultivar a 4000 metros (lo que ahora no pueden hacer) por los llamados huaru huaru, un sistema de canales en profundidad, es toda una tecnología. Después, las cochas también fue otro tipo de tecnología aplicada para cultivar a grandes alturas. Luego los adelantos hidráulicos, ¿usted sabe que solo en el siglo XIX se ha podido superar la tecnología del norte? ¡Y con qué herramientas se trabajaba, las herramientas eran ridículas!
No hay que ensalzar los logros, ni siquiera hay necesidad de hacerlo; con solamente explicar lo que ha pasado es suficiente para que la gente comprenda que no tiene por qué despreciar toda una cultura que ha sido muy brillante. Entonces, en vez de sentirnos humillados porque somos andinos, podemos sacar la cara por lo andino. Debemos dejar la ignorancia de lado, porque lo que tenemos es una pavorosa ignorancia de lo nuestro. Tenemos que conocernos mejor porque si nos conocemos mejor veremos que estamos muy bien en el concierto de lo que el Perú ha dado al mundo y de toda la tecnología que ha podido lograr con tan pocos medios. Como la muy consabida papa. Hay gente en Europa que cuando se les dice que la papa no es originaria de allá no lo creen, no pueden concebir que la papa no haya sido europea.
Existió mucha tecnología, por ejemplo la tecnología de las aleaciones era muy especial. Y había toda una tecnología de deshidratar comida, todo se deshidrataba para poderlo guardar, se secaba el pescado, se secaban los camarones, se secaban los moluscos, se secaban las aves, se secaban las frutas, todo para poder guardarlo y tenerlo en caso de escasez.

NO SOMOS NACIÓN

Esta imagen que tenemos de la Conquista, ¿qué efectos han tenido en la formación de una conciencia nacional?

Pues un efecto disolvente, totalmente disolvente, y si seguimos así pues no vamos a ser nación y afrontaremos el peligro de que nuestros vecinos se nos vengan un día encima. ¡Cómo vamos a ser nación si no tenemos el sentido de ser uno! Cada uno se pone a defender solo lo personal. ¿Cuándo se ve una idea de patriotismo? Despreciamos lo nuestro y admiramos lo extranjero. Nadie tiene orgullo de ser peruano, nadie piensa: trabajo por el Perú, hago por el Perú. Debemos quitarnos ese yoísmo de pensar solamente en nuestra persona. No sé cómo todavía subsistimos, de milagro. No hay patriotismo, porque si tenemos vergüenza de nuestro pasado cómo podemos tener patriotismo. Es un complejo tremendo que tenemos, hay que quitarnos ese complejo de encima, hay que comprender. Usted mejor que nadie sabe que un complejo se quita cuando se descubre. Entonces hay que explicar a la gente este complejo inconfesado.

¿Usted diría que nos sentimos inferiores porque despreciamos lo andino?

A lo andino no, despreciamos a nuestra madre, a nuestra tierra, a nuestra raza la despreciamos. Entonces, qué queremos, ¿quién confiesa que habla quechua? México es un país mestizo, llegó a eso, seguramente su revolución lo ayudó. Es un país donde hay orgullo de ser mexicano, y tú ves al charro con su mujer con trenzas que baja los cerros. Acá, ¡qué va a haber orgullo si nadie respeta ni las huacas! Tenemos un raro complejo porque, por un lado, cuando hay que hacer alguna promoción turística, entonces sí sacan las huacas, sacan los tumis, sacas las momias para decir a los extranjeros que aquí tenemos esto. Pero el peruano no tiene orgullo ni interés, ni el más pequeño interés. Además tiene ignorancia, porque la falta de interés es por ignorancia.

Sin embargo, al lado de esta imagen deprimente de 180 hombres que derrotaron un imperio, los textos escolares al mismo tiempo ensalzan al incario.

Sí, pero lo ensalzan de una manera inapropiada. Yo no le digo que sabría hacer un texto, pero definitivamente hay que sentarse a pensar cómo se podría hacer. Creo que yo haría historietas para los niños y les contaría los mitos que son bellísimos; luego les hablaría de los logros andinos. No hay que decirles la paporreta, Manco Cápac, Sinchi roca… Hay que explicarles todo lo que significa el antiguo Perú en el concierto universal de cultura, por ejemplo lo que ha dicho Toynbee, de que una de las veintitantas culturas originales es la nuestra. Principiar por ahí. Dejar la memorización sin sentido, que no sirve para nada. Hablar de los logros. ¿Usted sabe Perú es uno de los países en el mundo que ha dado el mayor número de plantas alimenticias y útiles al hombre? Pero eso no se dice, eso deberían decir los textos, explicar lo que es el mundo andino, presentarlo como es, sus logros, sus defectos. Hablemos de eso, del sentido más profundo de la historia. Yo creo que hay que romper los patrones consabidos, seamos originales porque nuestra cultura es original, no copiemos a Europa todo el tiempo, seamos nosotros.
Es muy grave para una nación no ser una nación, y yo creo que si no nos damos cuenta, a la larga, esta enfermedad puede ser fatal.

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*Transcripción de la revista El zorro de abajo, publicada en junio de 1987. Así como esta, desde esta fecha Literalgia rescatará diversas entrevistas o artículos olvidados entre revistas o diarios publicados décadas atrás. Esta es nuestra primera entrega. Cualquier sugerencia, la aceptaremos.

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